Comunidad, inmunidad, peronismo

Trom
4 min readFeb 22, 2020

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En el peronismo hay unas cuantas metáforas biológicas que son, cuanto menos, polémicas desde un punto de vista biopolítico. La principal y más grave de ellas es probablemente la afirmación de que Perón de que el movimiento justicialista genera sus propios anticuerpos. Literalmente está hablando de un proceso inmunitario. Es la más grave, decimos, por lo que vino después, la Triple A. Otro ejemplo importante es el de Evita en uno de sus últimos discursos llamando literalmente a defender el cuerpo y la vida de Perón. Es por eso que nos preguntamos si o en qué medida se encuentra aquí un proceso inmunitario. Tanto más urgente es averiguarlo por cuanto en esta tradición hay una fuerte reivindicación de la comunidad (organizada), y sabemos que los intentos modernos de reivindicar la comunidad han desembocado en una tanatopolítica y en una inmunización extrema. Creemos y trataremos de mostrar que el léxico inmunitario está presente en el peronismo, como en toda política occidental, pero marginalmente, que no es lo constitutivo (aunque tampoco deja de ser nunca un peligro y una posibilidad actualizable). Aclaramos también que no es sólo ni principalmente en el peronismo en la Argentinca contemporánea donde encontramos este problema, es mucho más intenso y –entrevemos- constitutivo, en el antiperonismo. Baste recordar de la celebración del cáncer de Evita hasta la institución de campos de exterminio, y la identificación, tan corriente aún hoy, del peronismo con una enfermedad social.

Si consideramos la primera metáfora, no podemos evitar relacionarla con el deseo y la búsqueda de lo puro y lo auténtico, lo que no tiene mezclas de algo exterior y que es, en consecuencia, idéntico a sí mismo. Este deseo de lo puro (‘puro peronismo’, se dice a veces) existe realmente en algunas líneas del peronismo, que pululan en sus márgenes y que siempre reaparecen para denunciar la infidelidad al ‘verdadero peronismo’. Esto puede suceder pos derecha o por izquierda. El ejemplo más evidente es el de la denuncia de la ‘infiltración marxista’; ante la búsqueda de hacer del peronismo algo idéntico a sí mismo, cualquier cosa que difiriera de esa identidad aparecía como la introducción de un agente exterior a controlar y eliminar. Hoy en día hay acusaciones muy similares, pero ya no se habla de marxistas sino de socialdemócratas. Y por izquierda a veces también se da este fenómeno, pero lleva más bien a la expulsión que a la neutralización.

En ambos casos, de todos modos, se termina por achicar el movimiento justicialista hasta los límites que le asigna la identidad presupuesta. Es que ese es el resultado del proceso biopolítico de la inmunización, lo cerrado (en el sentido opuesto de la apertura del Dasein en Heidegger). La inmunización es una vuelta hacia el adentro que reintegra lo expropiado, lo impropio, en lo propio y en la propiedad (privada).

El peronismo es evidentemente una política comunitaria, pero ¿en el sentido romántico de la comunidad? Por momentos sí, pero no principalmente. Es cierto que a veces se habla, por ejemplo, del ‘tipo argentino’, y si recordamos lo que dice Lacoue-Labarthe del tipo, la onto-tipología y el nacional-esteicismo, es ciertamente un peligro. Pero el cauce principal del peronismo va por lo opuesto exacto, por lo impuro y por la mezcla. Alguien ha hablado del mestizaje como como categoría criolla cercana al contagio en Bataille. Claro que hay que ser cuidadosos de no creer que el mestizaje lleva a la formación de un tipo (la raza cósmica de Vasconcelos a veces parecería apuntar a eso), sino a la incorporación siempre abierta de novedades. Es el proceso de fagocitación del que habla Kusch lo que caracteriza a lo americano, y al peronismo como eminentemente americano; algo similar describe Ricardo Rojas como modo de recepción de lo extranjero en América (aunque ciertamente R. Rojas lo mistifica y borra las violencias, presentando algo más amable de lo que realmente fue).

No, el tipo de comunitarismo peronista no es el de lo idéntico y el de lo propio, al contrario, es el de la apertura a la alteridad. De hecho el peronismo funciona mejor y triunfa cuando es capaz de reunir elementos siempre nuevos, altamente disímiles entre sí y consigue coordinarlos. Es entonces cuando logra congregar a las grandes multitudes y pone en marcha un proceso agregativo. Cuando el peronismo, o una versión del peronismo, decide atrincherare en una identidad, de izquierda o de derecha, lo que comienza es una disociación, la ruptura en partes del peronismo y el hundimiento de cualquier intento comunitario, la invocación de la identidad lleva al fraccionamiento y al fracaso político.

No, el peronismo no es una filosofía de lo propio, no es la actualización de una identidad ahistórica, ni es un avatar de lo privado; al contrario, por ser un pensamiento de lo común, es una filosofía del contacto y del contagio.

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Trom

Porque hacer hilos de TW es de mal gusto pero hay que decir cosas largas.