Fines — del peronismo

Trom
6 min readFeb 11, 2024

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Desde que se impuso la interpretación de que el kirchnerismo fracasó (decimos que se impuso no porque sostengamos lo contrario sino porque nos abstenemos de juzgarlo), y desde que triunfa una propuesta económicamente ortodoxa (primero macrista, ahora libertaria), se hizo frecuente repetir que el peronismo no es anticapitalista, sino que favorece el mercado y el crecimiento económico. Lo que se quiere decir, aunque frecuentemente no se lo dice o se dice como al pasar, es que el kirchnerismo fue básicamente estatista y sofocó así el crecimiento económico.

Todo eso está muy bien, corremos empero el riesgo de estar aceptando ideas que el peronismo no puede aceptar y de marchar al ritmo de la comparsa que hoy predomina sólo porque predomina. Pero el peronismo está hecho para cabalgar los tiempos y no para correr detrás de la última novedad. Eso significa que tiene un núcleo que permanece inalterable y otra parte que es mudable según el tiempo y le permite adaptarse a la historia. Naturalmente, no todo en lo mudable en él es igualmente mudable, sino que hay diferentes capas con diferente grado de permanencia.

Pues bien, tenemos que tener cuidado de que, con la actualización que ahora se propone, no estemos actualizando las cosas menos mudables o incluso las permanentes.

Se dice que el peronismo no es estatista y que le gusta que la gente gane plata, pero esto merece ser comentado. Hay una famosa frase de Perón que dice “todo en su justa medida y armoniosamente”. Parece una frase de compromiso para salir del paso pero encierra lo más profundo del ideario justicialista. Y es que Perón ve en la Edad Moderna producto de que el mundo ha perdido la mesura en sentido literal, la justa medida y la definición nítida, y se ha inclinado por lo desmesurado y lo infinito, o sea, lo anarquizado y lo inorgánico. Y el capitalismo es el fenómeno más sobresaliente de ese proceso.

Perón entiende que la Modernidad operó un corte con la transcendencia, lo que llevó a que el hombre perdiera toda noción de jerarquía, de medida, de bueno y de malo. Las antiguas metafísicas y teologías le brindaban al hombre un punto de referencia con respecto al cual medirse y organizar sus vidas y sus comunidades. Al perder la dimensión vertical de la transcendencia, al hombre sólo le queda la dimensión horizontal de lo material. En pocas palabras, los hombres ya no son mejores o peores sino que logran acumular más o menos riquezas, que a su vez no son más que un medio para seguir acumulándolas. Las viejas nociones éticas del mundo antiguo servían de dique de contención para la acumulación infinita de bienes y dinero. Piénsese en lo que dice Aristóteles de la crematística, o sea, de lo que hoy podríamos llamar especulación, piénsese en la tradicional condena católica de la usura y del agio.

«En efecto, cosas distintas son la crematística y la riqueza según la naturaleza (…) Esta riqueza sí que no tiene límites, la derivada de esta crematística»

Aristóteles, Política 1257b.

Entre los griegos esto es mucho más claro, porque para ellos lo infinito es lo indeterminado: tó ápeiron es aquello a lo que le falta péras, límite o conclusión, lo que no tiene forma. En nuestro propio idioma, in-finito es aquello que no tiene fin, in-de-terminado es aquello que no tiene término, fin y término son lo mismo.

El general Perón ve el siglo XIX y lo que iba del XX como el resultado de darle rienda suelta a lo indeterminado y del mandato de perseguir al infinito nuestras posibilidades. Al quitarle definición, forma, mesura y finalidad, el resultado no podía ser otro: revoluciones, guerras civiles, guerras mundiales, genocidios y el peligro de la guerra nuclear.

«¿Adonde va a ir, en cambio, el capitalismo? ¿Cuál es su doctrina? Ellos tienen una táctica, pero no una doctrina. ¿Adonde van? ¿Cuáles son sus ideales? Amasar dinero, formar grandes compañías, gastar todo lo que acumulan dentro de ese círculo vicioso de su dinero y de su negocio. Pero, ¿cuál es su ideal?»

JDP, Conducción Política.

Pero a esto hay que agregarle algo: el hombre es una creatura finita. Poner a una creatura finita bajo la sujeción de un sistema que persigue lo infinito no puede más que conducir a la deshumanización. Cuando Perón habla de humanizar el capital, está hablando precisamente de devolverle su finitud, o sea, limitar la autorreproducción sin término del capital. El crecimiento económico está bien si es justo, y Perón dice hacia el final de su vida que es preferible un desarrollo económico y tecnológico más lento si es más justo.

Hay que poner un límite, bien, pero ¿a qué? Al individualismo y el egoísmo, desde luego. Pero entiéndase bien: el peronismo se plantea suprimir el individualismo sin suprimir al individuo (esta podría ser una formulación de la tercera posición).

«El egoísmo estaba destinado, acaso por designio providencial, a transformarse en motor de una agitada edad humana. Pero el egoísmo es, antes que otra cosa, un valor-negación, es la ausencia de otros valores, es como el frío, que nada significa sino la ausencia de todo calor.»

JDP, La comunidad organizada.

Perón valora el aporte del individuo a la historia de Occidente. Por un lado, sabe que el individuo es una invención cristiana, fruto de la creencia en la creación individual por parte de Dios de cada alma personal. Por otro lado, sabe también perfectamente que el sujeto moderno fue el que hizo posible en su edad histórica toda una serie de adelantos técnicos y económicos. Pero el egoísmo es según Perón un valor-negación, como el frío, que no tiene realidad propia sino que es ausencia de calor. El egoísmo es, desde la óptica justicialista, una fuerza disolvente que produce el paulatino vaciamiento de todo ordenamiento concreto. Esto se debe a que el deseo es infinito y, librado a sí mismo, se lleva por delante cualquier forma política que por fuerza es finita.

Es preciso, por lo tanto, una educación del deseo, hay que aprender a desear cosas buenas. Por eso es que el planteo de La comunidad organizada es básicamente ético.

«…la primera luz de la cultura moderna se ha esparcido sobre los derechos y no sobre las obligaciones; ha descubierto lo que es bueno poseer mejor que el buen uso que se ha de dar a lo poseído»

JDP, La comunidad organizada.

“Todo en su justa medida y armoniosamente” introduce dos conceptos que en el justicialismo se tienden a identificar, la medida y la armonía. El peronismo habla de la armonía de clases, por ejemplo, porque se plantea que cada clase tenga algo, pero ninguna puede tener todo, implica un límite al apetito de poder y la codicia dineraria de todas las partes. Si el peronismo es justicialista es porque busca afirmarse en un punto de equilibrio, en el justo medio, en el sentido de la ética aristotélica. Tiene que haber algún límite. No está dicho de antemano cuál sea ese término, incluso tal vez puede variar según varían los tiempos, pero alguno tiene que haber. Esto pertenece al núcleo de la doctrina que permanece inalterable.

Es natural que hoy en día hablemos de la necesidad del desarrollo, del crecimiento y del superávit, ya que hace años que nos faltan. Pero siempre es preciso recordar que son un medio y que el fin es el hombre, siempre es preciso recordar que el peronismo pone fines.

Es entendible que muchos compañeros estén ansiosos de que el movimiento nacional ejecute un proyecto capitalista de nación. Nosotros también lo estamos. Pero no debemos caer en la tentación de aceptar dar la batalla en el terreno en el que el liberalismo quiere darla. Porque el liberalismo sí es un sistema deshumanizador que presume un apetito insaciable en cada uno y deja a todos librados a su mutua colisión. Es preciso aprender a soñar cosas peronistas, estamos por mal camino cuando nuestros sueños se parecen demasiado a los de los Elon Musk o los Jordan Peterson de este mundo.

Sabemos que, para una nación que tiene que recomponerse, la ilusión del crecimiento infinito es una gran tentación. Sabemos también que, en una época que ha perdido toda noción de autoridad, puede ser chocante proponer límites. Pero un proyecto civilizatorio que pone al hombre en el camino de lo desmesurado sin jamás saber para qué conduce a la autoaniquiáción, como bien lo vio Perón en la época que le tocó y como podemos ver nosotros en la nuestra. No cuidarse de adherir a algo así conduce fuera del peronismo.

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Trom

Porque hacer hilos de TW es de mal gusto pero hay que decir cosas largas.